Desde Riobamba a Quito llegué a Loja
- comunicador8
- hace 18 horas
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Una historia de coraje, aprendizajes y sueños cumplidos.
Hace más de tres décadas, en el corazón de los Andes ecuatorianos, comenzó mi viaje. Nací en Riobamba, una ciudad de montañas alborotadas y sonrisas sinceras. Corría el siglo pasado y mi familia, liderada por mis padres, quienes con fiereza y ternura a la vez, me enseñaron desde niña que el mundo se conquista paso a paso, con convicción y actitud de servicio. Ese legado me impulsó a buscar nuevos horizontes.
Cuando dejé Riobamba para estudiar en Quito, entendí de inmediato dos verdades poderosas: el cambio siempre implica desaprender para tener algo nuevo y quizá mejor, y sobre todo que la distancia fortalece el origen.
Mi mamá, una mujer de avanzada para su época, me dio literalmente la patadita para tener mi primer trabajo en turismo, y en la capital descubrí que la empatía mueve montañas y que la escucha activa construye puentes. También descifré que para avanzar había que abrir la boca y pedir favores. Así inicié mi primer trabajo al que dediqué mi tiempo y esfuerzo por más de tres años y del cual salí para iniciar la universidad.
No puedo negar que enfrenté miradas escépticas: ¿esta provinciana sabe lo que hace? Más de una vez, sentí el peso del prejuicio, la urgencia de demostrar que la pasión por servir trasciende títulos y edad. Pero cada obstáculo fue también una oportunidad para pulir mi voz interior y creer en mi propio valor.
Descubrí que un liderazgo con sentido humano no nace de la jerarquía, sino del compromiso genuino con la gente y sus sueños.
Con el paso del tiempo terminé mi carrera, pasé a trabajar en Banca y puedo decir que no fue fácil moverme con soltura en la ciudad capital, donde empecé a sentir lo que era el mundo laboral, la competencia, los contactos y las técnicas no solo de ventas sino de relacionamiento e inicié mi red de contactos ahora conocido como “networking”.
Con la experiencia, los de otro Banco, me robaron para apoyarles en su transformación hacia lo digital. Fue así que continué evolucionando profesionalmente, al tiempo que me casé e iba viendo crecer a mi familia. Soy madre de dos hijos que me llenan de orgullo por su trabajo sobre propósitos. Ellos están haciendo cosas lindas para el mundo y son felices. Yo, por supuesto, me siento la más feliz del mundo al saber que todo lo invertido en tiempo, recursos y amor, cayeron en tierra fértil.
Invertí en una maestría, compré casa, conocí la hermosa Europa, renuncié a mi trabajo de aquel entonces al no poder darme paz ni felicidad y, cuando llegó el momento de moverme de etapa, Dios me envió un mensaje que me dejó atónita y entendí que mi visión tenia que superar los linderos individuales para, con todo lo vivido, servir para que alguien más pudiera crecer.
Aquel día sentí que con todo lo que había experimentado, estudiado, esculpido una linda familia y haber desarrollado valores, propósitos y algo de sabiduría, estaba lista para avanzar, para que mis acciones y mi trabajo pudieran apoyar a la construcción de sueños y realizaciones que beneficien a más personas.
Fue asi que llegué a Loja, sin hijos ni marido que cuidar, educar o alimentar, para servir en una institución financiera en la que es posible aportar e impactar a clientes, sus familias y comunidades, cada día.
Con todo lo dicho, concluyo que los caminos de la vida son diferentes para cada una de nosotras, los cuales, siempre presentarán etapas que deben ser construidas, planificadas y ejecutadas. Asimismo, llego a la convicción de que todas las mujeres tenemos el potencial para recorrer los andamios que nos imponga la existencia con éxito, en la medida en que lo hagamos bajo la exigencia de nuestros objetivos para, con nuestras acciones, transformar pequeñas chispas en un fuego imparable al servicio de la sociedad y la trascendencia.
De ahí que es tan importante en la aventura de la vida, reconocer nuestras fortalezas y las de quienes nos rodean para cristalizar metas exigentes que te emocionen.
Solo así, podremos;
- Dar pasos concretos e ir abrazando objetivos perdurables. Esto, claro está, puede ser mediante el trabajo de ocho horas diarias para alguien más, o para uno mismo, a través de un negocio, emprendimiento o empresa propia con un esfuerzo que exige 24/7.
- Entender y diferenciar lo válido y plausible, pero lo ineludible es caminar siempre bajo el horizonte de un propósito. El mio, hoy por hoy, es impactar positivamente con mis acciones a cada una de las personas diariament







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