LAS HUMANIDADES Y EL PROCESO CREATIVO
- comunicador8
- hace 3 días
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Pertenezco al grupo de estudiosos de las humanidades, hoy para algunos un área de conocimiento denostada. Sin embargo, las humanidades son importantes como guía de la conducta propiamente humana. Todo conocimiento transforma la vida, las humanidades, además, añaden su modo radical de ejercerlo.
Crecí sabiendo que las humanidades formarían parte de mi trayectoria personal pues eran las que captaban mi atención dentro y fuera del aula. Al comienzo del bachillerato pensé en la psicología, pronto me decanté por la filosofía. Dos vivencias han contribuido a esta elección: la primera, el profesor del último curso de bachillerato, pues era mágico intentar responder a sus preguntas. La segunda consistía en la profundidad de estas preguntas que, por una parte, eran totalmente vivenciales, y, por otra, las respuestas eran siempre difíciles de precisar: “qué es el alma?”, “¿quién soy yo?”. “¿qué hago en este mundo?”, etcétera.
No toda la filosofía ni todas las clases de esta especialidad a las que he asistido a lo largo de los años me parecieron igual de interesantes, pero siempre escuché a los profesores o leí libros esperando aquello que dijera Bécquer, el poeta sevillano, en su poema El arpa olvidada. Dice así: “esperando la mano de nieve que sabe arrancarlas”, es decir, vivir consiste, en muchas ocasiones, esperar la mano que sabe arrancar las notas musicales que tocan el corazón.
Y es que de la inspiración quisiera hablar, porque es el origen y guía de todo conocimiento. Se pueden escribir miles de páginas y leer otras tantas, pero nada es semejante al momento en que una lectura acapara toda nuestra atención. Así, Bécquer añade en el mismo poema:
¡Ay!, pensé, ¿Cuántas veces el genio
Así duerme en el fondo del alma,
Y una voz como Lázaro espera
Que le diga “¡Levántate y anda!”
Este momento de inspiración es el que nos forma desde dentro y permite nuevos pensamientos y sentimientos, como dijera San Pablo. Cuando llega la inspiración, el libro se queda en tus rodillas mientras meditas y el ánimo se abre a nuevos horizontes, porque sientes que esa lectura va dirigida a ti en lo más hondo de ti misma. Igualmente puedes escribir muchas páginas que de algún modo te pertenecen, pero no es igual a aquella emoción que sientes cuando por primera vez al escribir puedes decir: “esto es justamente lo que quiero decir”.
Las humanidades son las ciencias experienciales, en palabras de Fernando Rielo, que tienen como unidad de medida la vivencia. Y vivencia es vínculo relacional. Es apertura del yo al otro y al Absoluto. Por ello el acercamiento a estas ciencias representan un modo de vivir, un modo de hacernos conscientes de quienes somos y qué deseamos. Sin estas preguntas, sin adentrarse de modo consciente en el espíritu la vida sería mucho más ramplona. Porque lo cierto es que no se puede vivir bien sin preguntas ni tampoco sin algunas respuestas.
Aprender a pensar y, más, sobre los hombros de grandes pensadores que nos precedieron, nos permite descubrir maravillas, matices sobre la vida humana, las personas, las realidades y el universo que enriquecen la propia y la abren a nuevas posibilidades. La lectura es un diálogo que sosiega el alma y la fortalece. La ensancha y la enriquece porque su límite es seguir creando nuevos horizontes. Y, especialmente, permite descubrir un día que somos y vivimos de forma singular y, aunque no hayamos descubierto una nueva forma de pensar o de sentir, es decir, no seamos creadores de una forma nueva de pensar, sin embargo, hay una voz, un tono o un ritmo que es el tuyo propio y te acompaña y guía los pasos en la vida. Entonces, adquieres una verdadera personalidad.
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